La cuarta revolución industrial y la economía digital

A través de los años hemos visto como ha evolucionado la industria, somos partícipes de todos esos cambios y adelantos generacionales que nos han llevado a tener una vida más práctica y útil. ¿En qué momento esas ideas nos cambiaron el giro de todo y revolucionaron al grado de ponerle un poco de sazón a la economía? Estar conectado es un must en estos tiempos así que será primordial digitalizar todo aquello que rige nuestra existencia, sin ellos no podríamos sobrevivir si queremos estar al día.

Para entender un poco los avances de la primera revolución industrial debemos saber que han pasado más de 230 años desde aquella brillante idea de James Watt con su máquina de vapor en la industria y en el transporte o de otros grandes inventos como el telar mecánico, la calefacción por gas, el alcantarillado y la máquina de coser.

Un siglo después llegó la electricidad en la industria, el transporte y la vida doméstica, la producción en cadena y los automóviles, el desarrollo industrial del petróleo, el alumbrado público, el teléfono, y una gran variedad de electrodomésticos formando parte de la segunda revolución industrial.

Y casi inmediatamente después llegó la tercera revolución industrial en 1920, donde la aviación y la astronáutica tuvieron un gran impulso (y toda la industria militar). Se comenzó a trabajar en el empleo de la energía atómica, la electrónica, incluso la cibernética. Los primeros antibióticos llegaron gracias a los estudios en el campo de la biología a la par con el desarrollo de las telecomunicaciones: radio, televisión, cine, infraestructuras y medios de transportes siendo sello característico de ésta etapa.

Sin embargo, uno de los mayores logros del siglo XX es, sin lugar a dudas, la computadora. Tecnología capaz de resolver operaciones complicadas en milésimas de segundo y almacenar una gran cantidad de información. El influjo de la informática podemos situarlo a partir de 1950. A la siguiente década comenzaría la robótica y una sofisticación de las tecnologías de la información y la comunicación. Pero es la combinación del robot y el computador lo que transformó la industria y el empleo para siempre siendo esta etapa conocida como automatización industrial o imperio de las máquinas controladas.

Las cuatro etapas de la revolución industrial

Pero ¿cómo fue que la Economía Digital llegó a conceptuar la complejidad de este fenómeno? No podemos hablar de la industria sin olvidarnos de la economía. Con el Internet nació el concepto de globalización haciéndose sentir sobre la base construida en la tercera fase, es decir, la revolución digital que ha estado ocurriendo desde mediados del siglo pasado, etapa que se distingue por una fusión de tecnologías que borran las líneas entre las esferas físicas, digitales y biológicas. Una vez que hemos visto la evolución de Internet, las computadoras, la robótica estamos al filo de la cuarta revolución industrial

El término Economía Digital fue acuñado por Don Tapscott en 1994, The Digital Economy: Promise and Peril in the Age of Networked Intelligence, uno de los primeros libros que muestran cómo Internet cambiaría nuestra forma de hacer negocios, dicho término se refiere a una economía basada en la tecnología digital. Actualmente esta Economía Digital se ha ido entrelazando cada vez más con la economía tradicional hasta tal punto en que es difícil entender la diferencia entre ellas.

La Economía Digital ha sido definida como la rama de la economía que estudia el costo marginal nulo de bienes intangibles vía Internet. (Fournier, L., 2014).

La base económica y política de esta era de Internet actual proviene de una combinación de:

La liberalización de proveedores de telecomunicaciones

Conectividad mediante fibra óptica o banda ancha de alta velocidad

Uso de dispositivos móviles baratos y al alcance de cualquiera

Gestión, almacenamiento y procesamiento de datos via cloud computing software

Interacciones y comercialización en redes sociales

La Economía Digital impregna todos los aspectos de la sociedad, incluyendo la manera en que las personas interaccionan, el panorama económico, las habilidades necesarias para conseguir un buen trabajo e incluso la toma de decisiones políticas así que tiene el potencial de generar nuevas investigaciones y avances científicos, fomentando oportunidades de empleo, crecimiento económico y, probablemente, mejorando la forma de vida de las personas. Se ha convertido en el principal tema en las juntas directivas de todas las industrias, irrumpiendo en las viejas industrias y creando nuevas. Ha alterado la forma en que se construyen las marcas, añadido un enigma único a la generación de nuestros adultos más jóvenes, los reverenciados Millennials.

Hoy en día, la mitad de la población mundial está conectada a Internet, un tercio tiene un perfil en una red social, más de la mitad utilizan dispositivos móviles y abarcan todas las edades, razas, geografías y actividades en todo el planeta. La culminación de esta explosión en la conectividad del consumidor es precisamente la Economía Digital, un ecosistema joven y dinámico basado en una millonaria infraestructura tecnológica, en dispositivos e interfaces cada vez más intuitivos, en amplias redes de audiencia, en un nuevo medio para la publicidad y en un suministro ilimitado de contenido.

Las formas en que las personas se conectan con otros, con la información y con el mundo se están transformando a través de una combinación de tecnologías. Estas tecnologías nos ayudarán a resolver problemas cada vez más complejos, mientras que el uso de los grandes datos (Big Data) nos ayudarán en la toma de decisiones mucho más sofisticadas.

 

Estos cambios ya están sucediendo a nuestro alrededor. Por ejemplo, los datos de los sensores de vehículos de los camiones de reparto, combinados con el análisis de datos de cartografía, han permitido a las empresas ahorrar millones de litros en combustible y reducir las emisiones por el equivalente a retirar miles de automóviles de la carretera durante un año. Los datos móviles se utilizan para identificar los patrones de infección por enfermedades virales e identificar zonas del brote de contagio que guían los esfuerzos gubernamentales en la erradicación. Los agricultores están utilizando datos de semillas y sensores para tomar mejores decisiones sobre qué cultivar y cómo adaptarse a los climas cambiantes.

En este inicio de la cuarta revolución industrial estamos teniendo un impacto masivo en la economía. Se puede ver el auge de la economía compartida, la disrupción del Internet de las Cosas (IoT), la tecnología blockchain, la inteligencia artificial y los cambios en la manufactura impulsados por la impresión 3D y 4D.

La economía compartida es un modelo en el cual personas y organizaciones se conectan en línea para compartir bienes y servicios. También se conoce como consumo colaborativo o intercambio entre pares. Dos de los ejemplos más conocidos de la economía compartida son Uber (transporte) y Airbnb (vivienda).

El IoT se basa en conectar a Internet todos los aparatos y dispositivos involucrados en la producción y en nuestras vidas, de manera que exista una interconexión permanente y envíen toda la información generada en tiempo real. Se genera un vínculo de máquinas capaces de aprender, de tecnologías Big Data, de sensores, comunicación de máquina a máquina y de tecnologías de automatización creando una industria inteligente.

Blockchain es una tecnología digital que permite realizar un seguimiento de las transacciones de forma distribuida y segura. Sustituye a la necesidad de que las instituciones de terceros (como los bancos) proporcionen confianza para las actividades financieras, contractuales y de votación.

Otras aplicaciones digitales que veremos en esta revolución podrá verse en los gobiernos, mediante modelos innovadores inspirados en la industria del software, redefiniendo la relación entre los gobiernos y sus ciudadanos, con gobiernos más flexibles y eficientes, con mejores programas gubernamentales y con una ciudadanía más comprometida.

Por lo pronto debemos estar preparados para el cambio, que ya está aquí.

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